martes, 1 de noviembre de 2011

Muchas fueron las vidas que se perdieron por los fuertes movimientos telúricos a principios del 2001 que junto a los numerosos heridos, desaparecidos y sumando a esto los danos materiales consolidó una de las catástrofes naturales más macabras que haya sufrido el pequeño país del istmo centroamericano.

A pesar de los múltiples esfuerzos que se han llevado a cabo, será imposible borrar de la historia salvadoreña las sangrientas páginas que se escribieron el 13 de enero del 2001.

Dada la importancia y la trascendencia de los fenómenos naturales como son los terremotos para estudio del medico general básico, es la razón por la que se presenta este trabajo.

Los salvadoreños vivieron un fin de semana entre escombros, buscando la manera de efectuar el rescate de las víctimas que quedaron sepultadas bajo los muros de hormigón y tierra, mudos testigos de la tragedia que dejó más de 600 muertos y unas 19 mil viviendas semidestruidas.

El terremoto, con una duración de aproximadamente 45 segundos, se registró a las 11 horas y 35 minutos, sembrando luto y desesperación entre los salvadoreños.

El terremoto del sábado 13 de enero, con una intensidad de 7 grados en la escala de Richter, arrasó con extensas zonas habitadas y dejó incomunicadas las áreas afectadas en la región costera del país. Hasta la tarde del domingo se habían rescatado unos 600 cadáveres, en su mayoría en una zona urbanizada situada en un cerro en el departamento de La Libertad. 

La base militar de Ilopango fue habilitada para comenzar a recibir la ayuda humanitaria que ofreció la comunidad internacional. México, Venezuela, Panamá y las mismas naciones centroamericanas fueron los primeros en llegar con ayuda y enviar especialistas en traumatología, así como los denominados "topos", o expertos en rescate, que están habituados a trabajar junto con los especialistas nacionales. 

En la noche del sábado y la madrugada del domingo se rescataron aún personas con vida, algunas de ellas mutiladas por promontorios de tierra.

El Congreso unicameral de El salvador declaró tres días de duelo nacional, y en los edificios públicos la bandera hondeaba a media hasta, como símbolo de la tragedia que llevó la desgracia a centenares de hogares, especialmente en las zonas de suelo quebrado y próximo a los cerros en El Salvador. Por su parte, el Presidente de la República, Francisco Flores, declaró el estado de emergencia y de calamidad. 

Durante el fin de semana se suspendieron los vuelos comerciales. Fueron reanudados el lunes 15, tras la inspección y las reparaciones en el aeropuerto internacional de El Salvador, ubicado a unos 45 Km. al sur de la capital.

Pese a que aún no se han establecido las causas y las consecuencias del fenómeno natural, en una primera reacción, las organizaciones ecologistas salvadoreñas atribuyeron un alto grado de responsabilidad a las empresas constructoras y a las autoridades de vivienda, por permitir, sin ningún control, la construcción de urbanizaciones en zonas que, dado lo escabroso del terreno, son definidas por la ley como áreas que no son aptas para urbanización.


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